La fragmentación del territorio debido a infraestructuras, la extracción de materias primas, la polución de ríos, mares y del aire, la invasión de especies y el cambio de los patrones del clima, afectan a los ecosistemas alrededor del globo. Se estima que el 60% de los ecosistemas del mundo están degradados o usados de maneras insostenibles; el 75% de los bancos de peces sobreexplotados y 13 millones de hectáreas de bosque tropical son eliminadas cada año (MA, 2005; UN FAO, 2011). La pérdida de biodiversidad ocurre a tal velocidad que una extinción en masa puede ocurrir si la tendencia actual continua (Barnosky et al., 2011).
La pérdida de biodiversidad representa una pérdida de capital natural y además amenaza la propia supervivencia de la especie humana pues nos provee de todo lo necesario para la misma, desde la comida que necesitamos, al aire que respiramos y el agua que bebemos. (Díaz et al; 2006, Cardinale et al., 2012, Hooper et al., 2012)
Los servicios ecosistémicos son los múltiples beneficios que los ecosistemas naturales proveen a las personas (MA, 2005). Un conjunto de árboles puede reducir la polución del aire, purificar el suministro de agua, reducir la posibilidad de inundaciones y capturar y almacenar el carbón presente en la atmósfera. Proveen de madera para la construcción, un lugar de esparcimiento y mejora las calidades del paisaje.
Muela de Cortes. Valencia. La vegetación es fundamental para la captación de agua de lluvia en el subsuelo.
A pesar de la importancia que estos servicios proveen, muchas veces no han sido suficientemente valorados, siendo considerados como infinitos y gratuitos. La degradación de los ecosistemas está empezando a amenazar o directamente reducir estos beneficios que obtenemos.
Una crítica común al concepto de servicios ecosistémicos es que su foco antropocéntrico excluye la idea de que los ecosistemas y la biodiversidad son valiosas en sí mismas, más allá de las necesidades humanas (Schröter et al., 2014; Reyers et al., 2012; Deliège & Neuteleers, 2014).
Sin embargo no se trata tanto de monetizar la biodiversidad, los ecosistemas y los servicios y beneficios que nos prestan, sino de enfatizar las consecuencias económicas que supondrían los “no servicios” o la “disminución” de los mismos para nuestra supervivencia, bienestar y economía.
Para entender cómo la biodiversidad afecta al funcionamiento de los ecosistemas, Cardinale et al. (2012) concluyen que hay evidencia inequívoca que la pérdida de biodiversidad reduce la eficiencia por la cual las comunidades ecológicas capturan recursos esenciales, producen biomasa, descomponen y reciclan nutrientes esenciales.
El hecho que la teoría económica actual haya ignorado por tanto tiempo que la salud de la propia economía y el bienestar humano están a largo plazo supeditados a la conservación y mantenimiento de la integridad y resiliencia de los ecosistemas que engloban es una de las causas de la actual crisis ecológica (Gómez-Baggethun y de Groot, 2007).
Sierra del Caballón en Valencia. Se aprecia la deficiente cobertura vegetal y el suelo desnudo.
La Sierra del Caballón en el centro de la provincia de Valencia presenta un estado bastante deteriorado después de repetidos incendios sucedidos en los años ’80 y ’90 del siglo pasado y sobretodo el más devastador en el 2012 el cual arrasó más de 50.000 hectáreas en la provincia de Valencia cuando la sierra empezaba a mostrar signos de recuperación. La pérdida de masa arbolada impacta directamente en la calidad del suelo y en la fertilidad del mismo impidiendo y reduciendo cada vez más la posibilidad de una recuperación de la vegetación de una forma pasiva.
Los sucesivos incendios en intervalos de tiempo tan cortos va transformando lo que en su tiempo fueron zonas arboladas o maquis en terrenos áridos, pedregosos y con escasa vegetación con la pérdida de todos los servicios ecosistemicos potenciales asociados.
La reforestación no es un sinónimo de restauración. La reforestación es una técnica de restauración, pero sin un planeamiento, seguimiento y el establecimiento de técnicas complementarias, la reforestación no logrará alcanzar la restauración exitosa de los ecosistemas boscosos. Las estadísticas centradas en el número de árboles plantados o en la superficie reforestada no cuentan con estimaciones en el tiempo de supervivencia y crecimiento de los árboles y de indicadores de éxito de la recuperación integral de los ecosistemas (López-Barrera, F. 2016).
La Sierra del Caballón en la provincia de Valencia aparece desnuda de masa arbórea después de los grandes incendios que la han asolado
Desde Ecoremedi abogamos por aplicar una secuencia de técnicas de probada eficiencia que se complementan entre sí, acompañándolas de acciones de seguimiento para asegurar el éxito de las mismas. Utilizamos además tecnologías como la teledetección, los sistemas de información geográfica (SIG), seguimiento por drones, peletizado de semillas, uso de microbiología y más conocimientos que iremos explicando en sucesivas publicaciones.